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Abstract

La trayectoria fílmica de Almódovar comenzó muy "movida" cuando, al principios de los 80, el underground salió a la luz para exhibiendo una especie de feliz libidinosidad polimórfica. Pero pronto y definitivamente, ya con La ley del deseo el director manchego mostró su voluntad de ser más que un contemporáneo campy de la Movida y declaró su deseo de "pasar de moda para convertirse en un clásico". Partiendo de esta película (la primera realizada con su propria productora y con plena autonomía económica), el artículo intenta explorar las constantes y los cambios que se dan entre el comienzo de la estética almodovariana, caracterizada por una exaltación lúdica y, al mismo tiempo, provocadora de los impulsos carnales y su fuerza transgresora, y el melodramatismo sentimental de sus últimas producciones, Todo sobre mi madre y Hable con ella. Si bien, ahora, la frivolidad inicial ha cedido paso a la nostalgia y la serenidad, Pedro Almodóvar se mantiene fiel al propósito de cuestionar la dicotomía entre los sexos y los conceptos de masculinidad y feminidad. Y lo hace hasta tal punto que la lógica patriarcal y el principio de reproducción son reemplazados "milagrosamente" por la fuerza creadora del amor materno y el pathos del sufrimiento femenino. Este tipo de gender trouble a la Almodovar no deja de ser subversivo aunque prescinda de la escenificación espectacular y chocante que le caracterizó al comienzo de su trayectoría, un camino que le llevó del Rock-Ola a Hollywood, de la marginalidad al reconocimiento.